Malas Nuevas De Un Caballero (Porto)
Porto un miembro de la orden sagrada, un hombre de dios, aunque solo por nombre pues según algunos rumores nunca seguía las leyes del dios al que decía servir, si conocía las leyes de su dios era solo para hacer lo opuesto, pero no hablaremos de sus extrañas formas y maneras, si no de su participación en esta historia, que es mucha y seguramente me llevare muchos capítulos para contarla…
Este hombre, tenía más fuerza que Leobardo, su poder era comparado al de un Duque, en escala social un nivel por debajo del Archiduque, con extensas tierras y ejércitos era alguien de respetar, pero lo más fuerte de él era su lengua, se decía que era de oro a la hora de la diplomacia, podía hacer que aun el mas recio de los hombres dudara ante él con solo hablar, se decía que haría retroceder a un dragón con solo dos frases, y según escuche lo logro…
Su participación comienza en la capital de sus dominios, ubicada muy al norte, en tierras donde la nieve estaba presente muchos meses del año, tierras duras para vivir, pero cuya gente era más dura, en la falda de una de las tantas montañas que dominaban el paisaje, un gran castillo se erguía imponente, construido a la manera antigua, un arte que conocen pocos, demasiado pocos para el gusto de cualquiera…
Dentro de una de las torres de ese castillo estaban sus habitaciones, era pasado el medio día y como siempre él seguía dormido, lo normal era dormir hasta pasadas las tres de la tarde y para su suerte no había nadie en el lugar que se atreviera a despertarlo así que podía dormir a sus anchas tanto como le placiera. Pero esta vez abrió los ojos mucho antes, se levanto de golpe de la cama y se lavo la cara, un poco desconcertado se miro al espejo, aun seguían ahí sus ojos color almendra, su cabeza, barba y cejas afeitadas, esas orejas que parecían más grandes de lo normal por su falta de pelo y su boca cuyas comisuras estaban un poco más abajo que el resto queriendo formar una mueca. Miro hacia la cama y para su mala suerte su acompañante ya no estaba, busco sus calzones por el piso y se los coloco, -Entra- dijo y casi enseguida tres sirvientas entraron el sus aposentos y comenzaron a ordenarlo todo, había sido una gran noche y muchas cosa estaban en el suelo…
Sin prestarles atención se coloco su sotana, se acerco a la mesa principal para tomar un libro, este era negro como el carbón y más grande que cualquier otro de su habitación, la parte superior e inferior del lomo estaba unida a una larga y gruesa cadena negra, la cual coloco en su hombro derecho y atravesaba su pecho y espalda en diagonal para sostener el enorme libro que colgaba sobre su cadera izquierda. Luego de tomar un gran vaso de vino salió por la puerta, el caminar con aquel enorme libro se había convertido en algo natural, este era como una única pieza y no se movía mas de lo necesario, estaba cerrado con cordones de cuero rojos y negros de tal manera que sus hojas no podían ser vistas por nadie…
Su destino era la sala principal lugar al que acudían sus siervos para pedir consejo, el no tenía que asistir pues había designado a hombres de confianza para esa tarea, pero el se sentía inquieto, algo no estaba bien, sentía esa sensación o presentimiento de que algo estaba fuera de lugar, pero no tenía pruebas y quería asegurarse tanto de que era real o ficticio aquella sensación.
Nada más entrar a la gran sala noto la sorpresa en la cara de todos los asistentes, incluso el hombre ocupado de anunciarlo vacilo un momento, era algo normal pues como dije el no solía asistir más que unas pocas veces al año en los momentos de cosecha y cuando se acercaba algún emisario extranjero y aun así era sabido que estos tendrían que esperar largo tiempo para ser recibidos. Tras unos segundos el heraldo comenzó su larga lista de títulos y honores, de esta lista solo le importaban tres, “obispo del norte, Señor de la casa Stroar y Guerrero de Odín” mientras le heraldo recitaba con maestría esta lista, se acercó a su trono, y tomo asiento, a su derecha como siempre estaba su hombre de confianza, un viejo de barba gris y parpados arrugados, un leal servidor de su casa al que le tenía mucho afecto, su nombre era Enar, este lo miro y ensayo una reverencia, estaba vestido con una armadura que seguramente hacia mucho dejo de llenar, en el cinturón como llevaba esa espada corta que tanto le gustaba.
-En un gusto verlo por aquí mi señor- dijo el anciano. Porto se acomodo en su trono y sin rodeos pregunto –Sabes si se acerca algún emisario, o tienes algún informe de algún hecho de importancia- el anciano lo miro pensativo y tras unos segundos contesto –No tengo ningún informe que dar mi señor y según se no hay emisarios en camino- la respuesta del anciano no lo tranquilizo, no podía preguntar nada mas, solo era un presentimiento, por lo cual no haría perder tiempo al anciano en ese tema. No le dio más vueltas y miro la sala distraído, fue entonces cuando se percato que toda la sala esperaba permiso para continuar, frente al trono había un hombre de pie mirándolo de manera nerviosa, por sus ropajes era obvio que se trataba de un comerciante acomodado, pero no era de la ciudad, sus ropas delataban su procedencia o al menos su no procedencia, en la ciudad por ser un lugar frio la gente solía vestir con ropas abrigadas, desde telas gruesas para los pobres hasta pieles exquisitas para los ricos, pero este hombre usaba telas finas y pieles que no eran de la región, su ropa de abrigo era más sureña, probablemente de las costas del sur de noruega, o del norte del continente…
-Que deseas- pregunto con poco tacto, el comerciante parecía confundido por la pregunta pero antes de que este hablara Enar intervino –Mi señor, perdóneme, pero he sido yo el que lo ha mandado llamar, este hombre pertenece a un gremio de mercaderes de importancia y está aquí para hacer negociaciones sobre nuestra compra de grano para este año- se rasco la cabeza en un acto involuntario y pregunto al anciano –Que paso con nuestro anterior contacto- el anciano pareció inquietarse con la pregunta pero contesto –La ciudad cede del gremio fue saqueada hace un par de meses, muchos de los mercaderes lo perdieron todo, barcos quemados y graneros arrasados, no tienen nada que vende. Se lo hice saber en cuanto nos enteramos hace dos semanas- realmente el no recordaba nada de eso, seguramente alguno de esos informes que llegaban a su despacho hace mucho abandonado –Es una pena realmente, quien la arraso- . –Fueron los guardianes, en esa guerra que mantienen con el Archiduque Lazare- respondió el anciano –Aun están en guerra- la guerra entre estos había comenzado hacia año y medio y parecía estar tardado más de la cuenta. Tal vez eso era lo que le traía el mal presentimiento, la guerra entre guardianes y aquel Archiduque. Por otra parte era muy necesario aquel encuentro, su “Reino” no era productor de comida, en sus tierras pocas provincias en el sur tenían el buen tiempo para cosechar y su cosecha era más bien poca, la mayoría del grano era traída del continente por mar, los comerciantes traían grano y se llevaban pieles y metal, los principales productos en el lugar. Tras unos minutos de negociaciones el comerciante se marcho con una sonrisa en el rostro, aunque era muy seguro que el que había salido ganando era Porto…
Durante una hora dio sus soluciones a algunos hombres de mucha o poca importancia, para el ese tiempo era más que suficiente y se proponía a marcharse, pero en ese momento las puertas principales de la gran sala se abrieron de par en par, por ella entro un hombre vestido con armadura completa, una pieza simple pero de buena calidad, no lucia ningún blasón, pero noto de primera el listón negro en la empuñadura de la espada que colgaba del cinturón, esto significaba que el caballero estaba en luto por la pérdida de su padre o señor…
El caballero se acerco con paso firme hasta la parte baja de las escaleras que llevaban al trono, se arrodilló y en tono seguro dijo –Mis respetos, su santidad- .-De pie caballero- contesto Porto y con una seña ordeno la retirada de los guardias que lo escoltaban –Que te trae a mi castillo y cuál ha sido tu pérdida- Porto lo conocía de tiempo atrás, un emisario de un señor menor vecino de Lazare. El caballero obedeció y una vez en pie respondió –Mi señor Jorge de León ha muerto en batalla, el Archiduque Lazare a atacado a traición y nos ha aniquilado, el pueblo ha sido saqueado y…- Porto levanto una mano para que este se detuviera, tal vez este era lo que causaba esa sensación, tenía que estudiarlo a fondo, para que un caballero había venido tan al norte, cuando fácilmente podría unirse a las filas de algún otro señor cercano –Dejadnos- ordeno y la sala poco a poco se vació, dejado solo a los guardias y a su viejo caballero –continua y cuéntamelo a detalle- dijo y se acomodo en su silla –El pueblo ha sido saqueado, y tuve que huir junto con su heredero, mi actual señor Leobardo de León. Nos hemos instalado algunos días de viaje al este de Burdeos, siguiendo el gran rio tierra adentro, mis órdenes son entregarle esta petición de vasallaje- metió la mano en una bolsa que colgaba de su cinturón y saco un rollo de papel bien enrollado y sellado con cera, uno de sus guardias lo tomo y se lo entrego directamente, la cera era color rojo pero no tenía ninguna marca cosa extraña para un señor, rompió el sello y leyó con atención… Una formal y muy simple petición de vasallaje, la caligrafía no era ni mala ni buena, al final del papel firmaban como Leobardo I de León. –Interesante pero ya sabes que no puedo conceder vasallaje a la ligera-. –Tu trae un mapa del continente- dijo señalando a un guardia.
-Como está el muchacho- pregunto al caballero –Con excelente salud- Porto frunció el señor y dijo –Sabes a que me refiero- El caballero vacilo un poco –No muy bien señor, su padre murió frente a él… Pero es un gran guerrero, pelea con bravura, logro importantes victorias en los alrededores de su pueblo, además sus hombres lo siguen con orgullo, llegara lejos- Porto se froto la barbilla y tas un corto silencio pregunto –Que dice su gente de el- el caballero vacilo un poco –Son leales, como es la tradición dio una moneda de oro a cada familia del pueblo en total mil cien monedas fueron entregadas y a cambio los hombres le juraron lealtad hasta el final, las aldeas que fueron capturadas con la espada ya aprenderán a ser leales-
La tradición de la que hablaba consiste en que cada hombre de sangre noble tiene derecho a poseer un feudo siempre y cuando exista algún lugar libre de juramento, si el noble comprobaba su estado lo siguiente era entregar una moneda o regalo de valor a cada familia que le jurara lealtad, a cambio de la lealtad no estaba solo el oro sino la protección y la condición de que el noble y sus descendientes residieran en ese feudo, además de eso la tradición obligaba a que solo el jefe de la familia tuviera este derecho así las familias numerosas no podrían expandir su poder por la tierra, una familia solo podía ser dueña y señora de un feudo, de manera pacífica, las demás tierras debían ser conseguidas con su poder militar, o siendo heredadas por un familiar o vasallo… Realmente nadie sabe de dónde salió esa tradición, pero los campesinos aun ahora la recuerdan, y si su señor muere sin descendientes rezan a su dios o dioses para que un noble aparezca por sus tierras y gobierne, hay muy pocas ocasiones en que los nobles no aparecen e incluso un caballero es aceptado como en la historia que me ocupa…
Porto no quedo convencido del todo sabia que algo no estaba del todo bien, pero en ese momento su guardia entro acompañado por un hombre joven de cabellos dorados y ojos azules, demasiado esbelto parara ser un guerrero y con manos sin callos por lo que no era arquero, este portaba un gran rollo de pergamino en sus manos, con paso seguro se acerco al trono, hizo una reverencia y subió por las escaleras y cuando estuvo a unos centímetros del trono estiro los dos brazos, Porto se levanto y tomo el rollo –No hacía falta que lo trajeras en persona Gal- el joven se aparto dos pasos –Lo siento mi señor, pero no podría dejar algo tan valioso en las manos de cualquiera-. –Si tu lo dices- contesto Porto mientras bajo las escaleras y se acercaba a una mesa grande y rectangular que había a un lado, en la superficie descansaban tinteros, plumas y un surtido de vinos de muchas procedencias, extendió el pergamino sobre la mesa y sostuvo las esquinas con algunos objetos, sin que dijera nada Gal sirvió una copa y la puso a su lado, Porto la bebió de una sola vez y miro al caballero –Acércate- ordeno y una vez el caballero estuvo a su lado señalo el mapa. Este era muy detallado, el mejor mapa que el caballero seguramente avía visto, Porto señalo con el dedo hacia el oeste del continente, una marca marrón de forma rectangular con hilos blancos pintados aleatoriamente por toda su extensión –Esta es Burdeos- junto a la marca un hilo muy grueso en color celeste se internaba tierra adentro –Este es el gran rio que dices- pregunto –Si señor- dijo el caballero aun observando el mapa –Toma esto y marca la ubicación de tu señor- al escuchar eso Gal protesto –Mi señor eso arruinaría el mapa-. –Haces muchos a la semana no pasara nada si se arruina uno- contesto Porto –Mi señor, es el más actual y mejor mapa que tengo, tarde más que los otros en hacerlo- Porto lo miro fríamente –Siéntete orgulloso puede que este caballero lo actualice con la ubicación de un vasallo- El chico parecía amedrentado bajo la cabeza en forma de respeto y no dijo nada mas-
-Por cierto caballero tu eres- El tono de la pregunta era de broma, una de las habilidades más notorias que tenia era el recordar todos los nombres de los que habían tratado con él, pero el caballero no pareció percatarse y contesto –Daniel señor- Porto continuo mirando el mapa y Daniel siguió el hilo celeste hasta un lugar donde este se bifurcaba en dos hilos uno hacia el sur y otro continuaba hacia el este, en la parte norte había una cadena montañosa, cerca de la falda de esta marco con un trazo en forma de cruz, luego dibujo tres marcas menores, una a orillas del hilo celeste en el oeste, otro al sur y otro al noreste –Aquí está la capital, y estos son las conquistas, un pueblo y tres aldeas controlaba hasta que me marche- Porto no dijo nada solo observo el mapa, buscaba señores poderosos que estuvieran cerca, muchas leguas al sur estaban los cuatro grandes ducados, poderosos señores que se disputaban el control de la península más grande conocida, al este se encontraba Lazare pero no era un peligro tanto por su distancia como por la guerra que estaba librando, otro Duque importante se sentaba en el trono de Paris, ciudad otrora grande en poder y cultura, ahora estaba siendo reconstruida, pues durante la gran guerra fue arrasada, Burdeos la ciudad más cercana era libre, pero a estas no les interesan los señores a menos que estos las amansasen…
-No creo que haya problema alguno con aceptar a tu señor como mi vasallo, estoy muy al norte como para defenderlo pero puedo financiar su crecimiento, creo que es lo que busca, sino acudiría a los cuanto grandes o al señor de Paris, estoy lo suficientemente lejos como para que el este independiente a mí, es lo que quiere o no- Bebió otro vaso de vino mientras pensaba si era conveniente o no lo que estaba haciendo –No mi señor, no ha tenido contacto con otros ni se lo ha planteado, cuando le dije que su padre había acudido a vos con lo mismo me envió directamente al norte-. –Jorge era un testarudo no, si me hubiese echo caso aun viviera y tendría mucho poder- señalo lejos al sureste de la bifurcación, en ese lugar otra mancha marrón con hilos blandos estaba dibujada cerca de un hilo celeste –Esta es Tourtose, si tu anterior señor se hubiese instalado aquí, abría tenido la oportunidad de capturar estas ciudades, con ambas en su poder seria fuerte, tanto como para ascender a Duque o incluso a Archiduque, apostare por tu señor- El viejo Enar que había estado callado hasta entonces hablo –Mi señor, está seguro, son tierras lejanas, ni siquiera hay Odines las cercanías, no tenemos aliados en la zona- Porto lo miro con una sonrisa en el rostro –Pues ahora si la tenemos. Cuanto oro hay en el tesoro- el anciano pensó unos segundos y contesto –Creo recordar que tenemos poco más de setenta lingotes-
Un lingote de oro, era una medida en oro puro, en promedio con un lingote de oro podrían acuñarse diez mil monedas aunque eso variaba de señor a señor, algunos eran tan pobres que dependían de monedas acuñadas por las ciudades o por otros señores, aunque estos últimos casi siempre colocaban menos oro del que decían colocar. No recuerdo el número exacto pero a las menos setecientas cincuenta mil monedas de oro había en esas arcas, la recaudación de cinco meses de sus tierras menos el dinero gastado en la bebida y en reparaciones menores, ya fuera el silencio de una campesina o una cortesana extranjera “deshonrada” por el señor y claro las tropas pero estas no eran tan caras. Hay que recordar que Porto era un Obispo, a decir verdad el único Obispo del norte, y por lo cual su imagen ante los señores de las cercanías debía cuidarse, pocos cristianos había tan al norte, la mayoría eran “barbaros”, gente con muchas creencias, una de las pocas culturas que aun recordaban los tiempos obscuros…
-Bien pues aceptaré su petición, le daré cincuenta lingotes para que crezca con dos condiciones- Daniel se sorprendió por la suma de oro pero por instinto pregunto –Cuales son estas mi señor- Porto sonrió divertido –La primera y más importante, que me envié cada cierto tiempo algunas de las más bellas mujeres- Enar carraspeo interrumpiéndolo pero Porto continuo –Un Obispo como yo necesita monjas que le sirvan, así que quiero que envié eso junto a mi parte de la recaudación- Daniel parecía confundido pero pregunto –Cual es la segunda- Porto miro el mapa y señalo al oeste –Que conquiste Burdeos cuanto antes… Pero no se lo digas hasta que sea el momento, solo insinúaselo, quiero saber si tiene talento no solo para la lucha. Enar arregla los preparativos, hay que enviarlo a casa bien escoltado no quiero que una banda de saqueadores se quede con mi oro- Termino otra copa de vino, la relleno y salió de la sala, ellos se ocuparían de las cosas aburridas, Porto se dirigía a por mas vino y tal vez a las habitaciones de los sirvientes o más bien sirvientas…
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Listo el primer capitulo de el segundo personaje